La administración Públicas Vs. Actos Corrupción
Por Ruddy Dotel
La corrupción debilita las fuerzas de los gobiernos que carecen de una visión integral contra este cáncer social. De que nos sirve que tengamos leyes para la prevención, persecución y sanción, si no existe la voluntad para disminuir, extirpar de cuajo todas las prácticas que en la administración pública favorecen la comisión de estos actos inmortales.
En República Dominicana la corrupción es un mal de larga data, es endémica, durante muchas décadas se ha desarrollado y sigue cambiando con el discurrir del tiempo en la forma y estilo de apropiarse de los bienes del Estado.
Este delito se comete con el concurso de un funcionario, cuando se apropia de un bien que pertenece al patrimonio público, para sus beneficios personales.
El escenario de la corrupción, es la violación a la ley penal, que implica apropiarse de los bienes que pertenece al Estado, la sociedad y el patrimonio de la nación.
No todo acto de apropiación de un bien constituye un acto de corrupción; puede constituir una estafa, un abuso de confianza, un robo. Para que tenga el carácter de corrupción, debe ser realizado por un funcionario público contra el patrimonio del país.
El mayor corrupto de toda nuestra historia fue Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien se apropió de casi todos los bienes de esta media isla, durante 31 años utilizando todos los mecanismos abusivos de su gestión dictatorial.
En el proceso de transición de la Democracia Representativa, se ha caracterizado por innumerables caso de corrupción. Citamos como referencia al Gobierno del Triunvirato, donde a través de una empresa de importación de vehículos, reaparecieron a principio del año 1964 actos de corrupción.
Todos recordamos al doctor Joaquín Balaguer en los 12 años que administró y gobernó al país, desde 1966 hasta 1978, con su famosa y célebre frase; ¨ Que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho ¨.
Con el ¨ Vuelve y Vuelve ¨, Balaguer regresa otra vez al poder en 1986 y gobernó por 10 años más. En este periodo sucedieron decenas de escándalos de corrupción.
Pero el más grave fueron los fraudes electorales en las elecciones del 1990 y 1994 contra el profesor Juan Bosch del Partido de la Liberación Dominicana, y José Francisco Peña Gómez del Partido Revolucionario Dominicano.
Tampoco podemos olvidar que Salvador Jorge Blanco anunció en la campaña electoral del 1982, su slogan de ¨ Manos Limpias ¨, y su gobierno terminó con las manos atadas.
Los gobiernos de Hipólito Mejía y Leonel Fernández, también han sido salpicados por la corrupción administrativas.
La debilidad de nuestras instituciones, la impunidad de los responsables de los actos de corrupción, pone en evidencia el flaco servicio de las autoridades judiciales.
Para que un país camine por el sendero del progreso y el desarrollo sostenible, es necesario castigar con todo el peso de la ley, a los funcionarios corruptos, que con el dinero del pueblo se han enriquecidos en la administración públicas.
Ruddy Dotel es periodista

La corrupción debilita las fuerzas de los gobiernos que carecen de una visión integral contra este cáncer social. De que nos sirve que tengamos leyes para la prevención, persecución y sanción, si no existe la voluntad para disminuir, extirpar de cuajo todas las prácticas que en la administración pública favorecen la comisión de estos actos inmortales.
En República Dominicana la corrupción es un mal de larga data, es endémica, durante muchas décadas se ha desarrollado y sigue cambiando con el discurrir del tiempo en la forma y estilo de apropiarse de los bienes del Estado.
Este delito se comete con el concurso de un funcionario, cuando se apropia de un bien que pertenece al patrimonio público, para sus beneficios personales.
El escenario de la corrupción, es la violación a la ley penal, que implica apropiarse de los bienes que pertenece al Estado, la sociedad y el patrimonio de la nación.
No todo acto de apropiación de un bien constituye un acto de corrupción; puede constituir una estafa, un abuso de confianza, un robo. Para que tenga el carácter de corrupción, debe ser realizado por un funcionario público contra el patrimonio del país.
El mayor corrupto de toda nuestra historia fue Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien se apropió de casi todos los bienes de esta media isla, durante 31 años utilizando todos los mecanismos abusivos de su gestión dictatorial.
En el proceso de transición de la Democracia Representativa, se ha caracterizado por innumerables caso de corrupción. Citamos como referencia al Gobierno del Triunvirato, donde a través de una empresa de importación de vehículos, reaparecieron a principio del año 1964 actos de corrupción.
Todos recordamos al doctor Joaquín Balaguer en los 12 años que administró y gobernó al país, desde 1966 hasta 1978, con su famosa y célebre frase; ¨ Que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho ¨.
Con el ¨ Vuelve y Vuelve ¨, Balaguer regresa otra vez al poder en 1986 y gobernó por 10 años más. En este periodo sucedieron decenas de escándalos de corrupción.
Pero el más grave fueron los fraudes electorales en las elecciones del 1990 y 1994 contra el profesor Juan Bosch del Partido de la Liberación Dominicana, y José Francisco Peña Gómez del Partido Revolucionario Dominicano.
Tampoco podemos olvidar que Salvador Jorge Blanco anunció en la campaña electoral del 1982, su slogan de ¨ Manos Limpias ¨, y su gobierno terminó con las manos atadas.
Los gobiernos de Hipólito Mejía y Leonel Fernández, también han sido salpicados por la corrupción administrativas.
La debilidad de nuestras instituciones, la impunidad de los responsables de los actos de corrupción, pone en evidencia el flaco servicio de las autoridades judiciales.
Para que un país camine por el sendero del progreso y el desarrollo sostenible, es necesario castigar con todo el peso de la ley, a los funcionarios corruptos, que con el dinero del pueblo se han enriquecidos en la administración públicas.
Ruddy Dotel es periodista