Terrorismo ecológico


Por Edelvis García Herrera
.
No hace falta ser geólogo, ingeniero hidráulico o ecologista para percatarse que la situación ambiental en nuestro país es dramática, preocupante.
Basta con echar un vistazo a la depredación inmisericorde a la que han sido sometida nuestras montañas, o nos basta observar el tráfico de ébano, roble, pino; y todo bajo el amparo y la complicidad de un desgobierno que no le importa la preservación de los recursos naturales, el cual sólo habla de “chips”, brecha digital y cibernética en un país a oscuras, sin agua, sin producción agrícola, desnutrido y ojeroso.
No le importa a ningún desgobierno-Hipólito fue de los peores- que de las aguas del planeta sólo el 3% es dulce y que el 1.5% se encuentre congelada, y que la misma se esté agotando y contaminada constantemente por el ser humano.
Pero aciago de todo esto es que los depredadores se multiplican como un cáncer que hace mestátasis en el cuerpo ambiental y social de la nación. Y alrededor de ellos se nuclean alabarderos enfermizos que con boca de dragón lanzan maldiciones y descalifican a todo el que intenta defender el ambiente; la mayoría en la búsqueda de beneficios personales.
Por eso, no es extraño que comunicadores alineados a cualquier gobierno en el poder intenten restar veracidad a las exposiciones de grandes científicos como Luís Carvajal, Eleuterio Martínez u Osirys de León, prestigiosos y nobles seres humanos que han estado al lado del pueblo dominicano en los jalones más importantes de su historia ambiental. Ellos han servido de manera desinteresada, y a la provincia Monseñor Nouel con más desprendimiento y fervor que muchos de los de aquí. Desde la lucha por el 5%, cuando hicieron estudios de impacto en los que demostraban el bestial impacto de Falconbridge en esta región; al igual que cuando la mina del Higo, en la Cordillera; cuando los derrames de veneno por parte de la multinacional en la presa de Hatillo.
Y ahora, en su más reciente exposición en Bonao, Osirys de León, miembro de la Academia de Ciencias, condenó enérgicamente que Medio Ambiente y Suelo y Agua hayan otorgado permisos a las granceras para la extracción de agregados de manera irregular, sin estudio de impacto ambiental alguno.
Explicó que existen reglas para tal actividad, y que en sí el problema no es la extracción sino el perfil de equilibrio que deben llevar los márgenes de los ríos. “Los agregados, según cita la ley 64-00 si se extraen deben ser para obras de bien social y comunitarias, nunca para el beneficio particular”, decía en su magistral exposición.
De León recomienda para solucionar el problema de materiales para la construcción, la extracción de los mismos de las colas de las presas; y otros especialistas como Alfredo y Randolfo Núñez se refieren a minas existentes en la provincia proclives a ser explotadas.
Sobre los gaviones o muros que construyen Gómez Gil y Ozoria, dijo que la intención no es mala, sino la metodología pues los mismos no están cimentados sobre bases sólidas sino en gravas y arenas y que ante cualquier crecida del río se producen desplomes inmediatos.
El científico presentó una panorámica general de la situación del Yuna y arremetió contra los vertederos de FALCONDO que depositan los contaminantes; lo mismo hace la mina de oro de Cotuí que vierte todos sus residuos que contienen gran cantidad de hierro, cobre y cinc; materiales pesados se acumulan en la presa de Hatillo; aguas que riegan las cosechas y están destinadas también al consumo humano. De ahí la gran cantidad de materiales pesados en la sangre y tantas enfermedades.
Estamos pues ante terroristas ecológicos sumamente peligrosos que cuentan con el respaldo del poder político y económico, por lo que es urgente la unidad, la concienciación y el fortalecimiento del movimiento ambiental para conjurar el peligro.

. | Template by: Abdul Munir
Website: 99computercity